Viajes de prueba

Nunca he viajado sola. Y al final es un reto añadido a todo esto. No sólo es el dejar todo por un sueño, es hacerlo sola.

Hace un par de años me sentía rara cuando llegué a Málaga en el AVE, con tan solo la compañía de mis tres maletas, ahí, enfrentándome a una larga temporada de decisiones conmigo misma. Eso no era un viaje, por eso no lo siento igual, pero creo que me hizo disfrutar de mi misma de una forma que ahora me anima a vivir esto.

Me acuerdo de esas primeras horas en mi primera casa independizada, sin ayuda de nadie, de todas las veces que tuve que subir y bajar para llevarlo todo… de las palizas a limpiar… de las tardes de domingo sin comer porque no me apetecía cocinar (y nadie lo hacía por mi)… de la primera vez que enfermé y nadie me despertó a la hora de tomarme la pastilla…

Pero también me acuerdo de la primera noche que salí y no tuve que decirle a nadie a que hora estimaba que llegaría, y la libertad de que así fuera día tras día, mes tras mes. Me acuerdo de lo feliz que era comiendo cous-cous como plato único, y cenándolo esa misma noche, si, porque me gusta, y nadie me veía para decirme que así no se alimenta uno. Me acuerdo de poner música y bailar en la ducha, y del coscorrón que me di un día por bailar ahí (para haberme matado!!) al escurrirme…(podrían haber encontrado mi cuerpo a los días… devorado por las cucarachas que habitaban mi calle). Me acuerdo de cada una de las decisiones que pude tomar desde la libertad de mi soledad, lo recuerdo porque así creé mi nuevo yo, muy verdadero. 

Después de tanto, volví a mi rutina en Madrid ocho meses después, y por un lado vi como parte de mi iba desapareciendo. Me repitieron muchas veces que no era la misma, y llegó un momento que ya no sabía si yo era la que se fue o la que volvió. Ahora se que era la misma persona pero evolucionada.

En este tiempo en Madrid, y aun habiendo decidido irme a Latinoamérica sola, es verdad que necesitaba como auto-demostrarme que seguía pudiendo hacer cosas sola, y a finales de verano me fui algo menos de una semana a Galicia sola.

La verdad que estaba en un momento con muchas dudas sobre mi viaje al otro lado del Atlántico, pero el irme y disfrutar de mi misma, la naturaleza, la fotografía, la tranquilidad, la gente… me hizo retomar mi camino.

Gracias, querido rincón verde por llenarme de energía. 

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